domingo, 22 de diciembre de 2013

Como cuando no estás
y me ahogo en verbos,
en versos,
en poesía.

Como cuando te quiero cerca
y simplemente no estás,
o estás en brazos de alguien más,
y son otros labios,
en tus labios,
los que escriben.

Como cuando te siento mío,
en mi piel,
en esas pequeñas partículas,
y mira,
que ni siquiera me has tocado.

Como cuando me toca imaginar,
como cuando me toca hacer maromas
con unos dedos que ni sé cómo se sienten.

Sé contar hasta diez
y empezar de nuevo.

Sé de tu amor,
ese que haces cuando la luna sale
y las inhibiciones son sólo una tontería.

Sé de ti,
cuando me enamoras,
o cuando intentas versar mis líneas,
mis labios,
mi cintura con la tuya,
simplemente,
sé de ti.

Cuando no estás,
soy la mejor imaginando.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Mis ojeras,
pesadas como tu ausencia,
aquí,
arrullándome el insomnio,
sirviéndome café por las mañanas,
vino por las noches,
a un ritmo egoísta con el sueño.

Desde que no estás,
el tiempo va a deshora,
ya no sé qué día es, mes, año.

Aunque parece invierno,
siempre invierno.

Es que me he quedado sola,
en un lugar,
en un momento,
justo cuando cerraste la puerta y te escurriste,
tras ella,
no dejaste rastro,
lo he buscado desde entonces,
sin éxito alguno.

Dejaste la cama deshecha,
vuelve,
que aunque nunca he tenido vocación al orden,
quiero tender y destender las sábanas contigo.

Vuelve,
tu cepillo dental y tu espuma de afeitar,
siguen aquí,
y a mí, las caricias se me caen de las manos,
ya me sobran demasiadas.

Vuelve,
se te enfrió el desayuno.
Vuelve,
que aunque no quieras volver,
aún tengo un "adiós" pendiente.

Vuelve,
a mi poesía le cortaron la luz
y se me acabaron las velas,
y con tu mirada,
consigo iluminar cada línea.

Vuelve,
sólo vuelve,
aunque no vuelvas.

martes, 17 de diciembre de 2013

Cuando no te esperaba...

Te vi llegar, 
tan de repente, 
que comprobé la teoría del amor a primera vista, 
aunque en este caso, 
amor a primer furtivo vistazo, 
mi valentía fingió demencia
como método de fuga, 
aunque de ahí, 
no tenía escapatoria alguna. 

Tenía las manos perdidas,
las piernas ansiosas, 
la mirada luchando por no mirarte, 
como si fuese posible, 
como si me fueses posible, 
como si hubieses notado siquiera
los suspiros que disfrazaba con caladas,
la catástrofe que ocurría a un metro de ti. 

Pero cómo no mirarte, 
si en tus ojos amanecía una y otra vez con sólo parpadear,
me hacía tonta, 
bajaba la mirada para ocultar el rubor, 
es que en esa mirada, 
mira, 
me encantaría despertar todos los días.

Pero cómo no mirarte, 
si en tu sonrisa se formaba 
la luna menguante más hermosa que no había visto jamás, 
tu sonrisa, 
acunarme en ella, 
quedarme en ella, 
besar las noches que en ella habitan. 

Pero cómo no mirarte, 
si en tus líneas quiero escribir poesía, 
versar en ti lo nunca antes dicho. 

Pero cómo no mirarte, 
cómo no mirar las ondas de tu pelo, 
tu barba recién cortada que parece de tres días, 
tus manos al afinar la guitarra,
manos, 
con las que terminas haciendo magia. 
Tu color blanco transparente, 
como lienzo sin pintar aún, 
tus lunares que parecen estrellas, 
todas esas constelaciones haciendo fiesta en tu cuerpo, 
y yo, 
queriendo ser invitada. 
Tu hablar pausado, 
tu manera de darle color a las melodías, 
tú. 

Mi mirada luchó sabiéndose perdida
desde que te paseaste frente a mí, 
como una brisa, 
sin prisa, 
vaya manera de perder, 
pero, 
si esto de perder se trata de ti, 
perdería las veces que fuesen necesarias, 
en el fondo, 
me sabría ganada.