domingo, 12 de julio de 2015

Dejar ir nunca había sido tan amargo.

“Llorar.
Detenerse.
Volver a llorar.
Doler.
Doler menos.
Volver a llorar.
Gritar.
Fuerte, muy fuerte.
No parar de llorar.
Silencio."

Supongo es una síntesis de cómo se siente arrancarse a alguien del corazón.

Hoy decidí pasar la página,
arrancar las ruinas de raíz,
las ruinas de mi corazón,
arrojarlas a la basura,
deshacerme de todos los recuerdos
y desconocerme,
desconocerme tanto que no pueda acordarme de ti.

Espero a partir de mañana empezar a creer en milagros,
creer en este deseo necesario de sacarte de mi vida de una vez por todas,
son demasiadas heridas ya,
demasiadas lágrimas carentes de sentido,
demasiada indiferencia a estos sentimientos cansados de sentir.

Hoy decidí pasar la página,
no acordarme siquiera de tu nombre, llorar hasta secarme,
abrazarme muy fuerte,
únicamente con la puta esperanza de que al amanecer no conserve de ti ni tus viejas y oxidadas huellas.

Hoy me desprendo del peso de mis ganas,
fuego frío,
retroceder el tiempo,
tenerte un segundo más,
de ti.

Te dejo ir.

Con gritos, lágrimas, con las uñas y el alma, dejo ir todo.

No ha sido más que el peor acto de amor,
una putada de historia,
lo inconcluso hecho piel.

Pero hoy borro los dos puntos suspensivos y dejo el final.

Vete a la mierda.
Y no vuelvas.

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